En esa perspectiva, el raciocinio del profesor Carlos Matus adquiere de nuevo
plena validez cuando señala: “Los procesos sociales, como procesos humanos ricos
y complejos, están muy lejos de poder ser precisados y explicados con variables numéricas.
La calidad y la cantidad se combinan para dar precisión a nuestras explicaciones
y diseños. En la jerarquía de las precisiones está primero la calidad y después
la cantidad como una condición a veces necesaria de la precisión, pero nunca como
una condición suficiente. No podemos, por consiguiente, eliminar lo cualitativo de
nuestros planes y disociarlo de lo cuantitativo con el pretexto de que lo no medible
no influye”.
Planificar el desarrollo significa determinar los objetivos y las metas en el interior
de un sistema económico para una forma de organización social y para una determinada
estructura política en un horizonte de tiempo determinado. De esta manera,
la planificación, y dentro de ella la preparación y evaluación de proyectos, tiene un
carácter neutral y puramente técnico, ya que no puede considerársele como característica
de un determinado sistema político, económico o social. Sin perjuicio de lo
anterior, debe reconocerse que algunos modelos de desarrollo económico ofrecen
una gama más amplia de instrumentos susceptibles de aplicarse en la planificación.
Por otra parte, todo gobernante intenta establecer programas sectoriales que redunden
en resultados concretos para la población, en una integración que se advierte
cada vez más sustentada en una mutua colaboración entre el Estado y los múltiples
proyectos que el sector privado lleva a cabo en concordancia con las reglas de juego
y la voluntad política para llevarlos a cabo.
Así por ejemplo, si un programa de
gobierno planea dotar a todas las escuelas públicas del país de textos de estudios de
calidad e innovadores, de acuerdo con la realidad de los tiempos, la autoridad podría,
mediante una licitación, solicitar al sector privado la preparación de dichos textos; así
mismo podría adjudicar la impresión a otra empresa y la distribución nacional a otra
empresa diferente, y así sucesivamente. De esta manera, el conocimiento de los planes
de gobierno le permite generar al sector privado múltiples iniciativas tendientes
a satisfacer esos requerimientos, para los que necesariamente se deberán utilizar las
técnicas de preparación y evaluación de proyectos para decidir llevarlos a cabo.
Debido a lo anterior es que los organismos públicos destinados a planificar el desarrollo
necesariamente deben utilizar y conocer la validez y riqueza que entregan las
técnicas que se indican en este texto. Los conceptos que se desarrollarán en los capítulos
siguientes constituyen un instrumento formidable tanto para los gobiernos como para el sector privado, en la correcta asignación de los recursos escasos, de acuerdo
con las prioridades políticas que obligatoriamente todo gobierno debe establecer.
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