Un enfoque de la gestión ambiental sugiere introducir en la evaluación de proyectos
las normas ISO 14000, las cuales consisten en una serie de procedimientos asociados
con dar a los consumidores una mejora ambiental continua de los productos y
servicios que proporcionará la inversión, asociada con los menores costos futuros
de una eventual reparación de los daños causados sobre el medio ambiente. Éstos se
diferencian de las normas ISO 9000, que sólo consideran las normas y procedimientos
que garanticen a los consumidores que los productos y servicios que provee el
proyecto cumplen y seguirán cumpliendo con determinados requisitos de calidad.
Al igual que en la gestión de calidad se exige a los proveedores un insumo de calidad
para elaborar a su vez un producto final que cumpla con los propios estándares
de calidad definidos por la empresa, en la gestión del impacto ambiental se tiende a
la búsqueda de un proceso continuo de mejoramiento ambiental de toda la cadena
de producción, desde el proveedor hasta el distribuidor final que lo entrega al cliente.
Es decir, el evaluador de proyectos debe preocuparse cada vez más del ciclo de producción
completo que generará la inversión, determinando el impacto ambiental que ocasionará tanto el proveedor de los insumos por la extracción, producción, transporte
o embalaje de la materia prima, como el sistema de distribución del producto en
su embalaje, transporte y uso.
También es posible anticipar eventuales costos futuros mayores derivados de variables
ambientales en evolución, como la pertenencia de la empresa a un sector
industrial con mala imagen ambiental, lo que haría esperar mayores costos y menor
competitividad por tener que cumplir con normas ambientales más estrictas; la determinación
de la mejor ubicación económica en un sector de creciente valor ecológico o
recreativo que podría, en el mediano o largo plazo, determinar su traslado por presiones
de la comunidad, y la pertenencia a un sector industrial donde los consumidores
hacen cada vez mayores exigencias ambientales (fábricas de cemento, molinos, etcétera),
entre otros.
Si bien es posible afirmar que el desarrollo y los efectos ambientales negativos coexisten
simultáneamente, también es posible conocer que la prevención y el control
oportunos de éstos permitirán un crecimiento económico sostenible. Esto no debe
interpretarse como la conservación absoluta del medio ambiente que impida la identificación
de proyectos de inversión que pudieran generar beneficios superiores al
costo que se asume respecto del ambiente, ante la necesidad de avanzar y mejorar,
en definitiva, la calidad de vida de la población.
El estudio del impacto ambiental como parte de la evaluación económica de un
proyecto no ha sido lo suficientemente tratado, aunque se observan avances sustanciales
en el último tiempo. Una tipología de estudios de impacto ambiental permite
identificar tres tipos: cualitativos, cualitativo-numéricos y cuantitativos.
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