Evidentemente, ha existido un gran avance puesto que se ha podido reducir todo el análisis y la
recopilación de información efectuada a través de la preparación de proyectos a una serie de flujos
positivos y negativos; sin embargo, con la simple consideración de estos flujos no podemos establecer
si el proyecto A es bueno o malo.
La situación se complica más, si adicionalmente existe la posibilidad de invertir en un proyecto
alternativo tal como el Proyecto B (Fig. 8-2), que suponemos que es excluyente con el A
Ambos proyectos , de acuerdo a la representación esquemática anterior, requieren una inversión de
1.000 unidades monetarias y generan, durante su vida útil que se ha supuesto igual a cinco años,
beneficios netos (diferencia entre ingresos y costos) positivos.
Un procedimiento que se podría seguir para tornar la decisión de invertir, es decir asignar recursos al
proyecto A o al B, podría ser comparar los flujos positivos con los flujos negativos y si los flujos
positivos son mayores que los negativos, evidentemente el proyecto es bueno y será malo, en caso
contrario.
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