Un proyecto es, ni más ni menos, la búsqueda de una solución inteligente al planteamiento
de un problema tendiente a resolver, entre tantos, una necesidad humana.
Cualquiera que sea la idea que se pretende implementar, la inversión, la
metodología o la tecnología por aplicar, ella conlleva necesariamente la búsqueda
de proposiciones coherentes destinadas a resolver las necesidades de la persona
humana.
El proyecto surge como respuesta a una “idea” que busca la solución de un problema
(reemplazo de tecnología obsoleta, abandono de una línea de productos) o la
manera de aprovechar una oportunidad de negocio.
Ésta por lo general corresponde
a la solución de un problema de terceros, por ejemplo, la demanda insatisfecha de
algún producto, o la sustitución de importaciones de productos que se encarecen por
el flete y los costos de distribución en el país.
Si se desea evaluar un proyecto de creación de un nuevo negocio, ampliar las instalaciones
de una industria, o reemplazar su tecnología, cubrir un vacío en el mercado,
sustituir importaciones, lanzar un nuevo producto, proveer servicios, crear polos
de desarrollo, aprovechar los recursos naturales, sustituir producción artesanal por
fabril o por razones de Estado y seguridad nacional, entre otros, ese proyecto debe
evaluarse en términos de conveniencia, de manera que se asegure que resolverá una
necesidad humana eficiente, segura y rentablemente (ver gráfico 1.1). En otras palabras,
se pretende dar la mejor solución al “problema económico” que se ha planteado,
y así conseguir que se disponga de los antecedentes y la información necesarios para
asignar racionalmente los recursos escasos a la alternativa de solución más eficiente y
viable frente a una necesidad humana percibida.
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